Desde antaño el cálido sabor del pisco atiza la apicarada charla y el salpimentado palique de los hombres de estas tierras.
Y es el "alborotador quitapesares" que circula de mano en mano en los ritos colectivos de vida y muerte.
Parafraseando al poeta Acisclo Villarán, diremos finalmente que es el Santo Remedio para el pesar de los quebrantos y las preocupaciones:
"Eso es lo que no se explica"
No miro claro, estoy bizco;
Pero la razón me indica
Que nadie se muere en ICA
Estando el remedio en Pisco"
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